Este verano, después de nuestro periplo vacacional por tierras vascas, en el viaje de vuelta teníamos que hacer una visita obligada a Lodosa. Allí hace años que conocimos las Conservas Perón y teníamos que parar allí a cargar el coche con diversos pedidos que nos habían hecho familiares y amigos, de Perón y sus conservas ya os contaremos otro día.
Como daba la casualidad
de que no conocíamos Pamplona, pues dijimos, total que más nos da desviarnos 70
km del camino, y allá que nos fuimos.
Lo primero,
decir de Pamplona que es una ciudad muy, pero que muy acogedora. Tiene una
preciosa plaza llamada Plaza del Castillo, donde se encuentra ubicado el café
Iruña desde 1888, ahí es nada!
Fue el primer establecimiento con luz eléctrica en la capital navarra. Cuando cruzas su puerta, te sientes como si hubieras cruzado por el túnel del tiempo y estuvieras en el XIX, sus lámparas de la época, sus grandes espejos, y toda una cuidada decoración impresionan. Además, allí comenzó a escribir Ernest Hemingway “Por quién doblan las campanas”
Después de
desayunar en el Café Iruña, como no podía ser de otra forma, estuvimos caminando
por la calles Estafeta y Mercaderes. Anduvimos buscando algún recuerdo para
llevar a los amigos y cual fue nuestra sorpresa cuando encontramos en la calle
Estafeta nº22 Pastas Beatriz.
Al principio nos pasó desapercibida
su fachada, porque no es la clásica pastelería con un súper escaparate lujoso y
atrayente, Pastas Beatriz NO tiene escaparate! Sorprendente pero
cierto, tiene únicamente una ventana y
es que a esta pastelería no le hace falta, te guía el olor a bollo recién
hecho, a chocolate, a esencias, eso y la fila que se forma desde su entrada y
que llega a media calle.
Por supuesto nosotros no pudimos resistirnos y guiados
por el olor hicimos la fila y esperamos ansiosos el turno, no solo para
degustar sino para ver qué era lo que allí se nos ofrecería. Aquello es el paraíso
del dulce, pero del dulce casero, ese que sabes que rebosará el relleno en
cuanto des el primer bocado, y es que en Pastas Beatriz, si el bollo no viene
relleno de serie, ellos te lo rellenan de lo que tú quieras, y eso sí a
cascoporro, que no se vaya a quedar sequillo.
No supimos por qué decidirnos porque
además de buena pinta, allí los dulces se ven por montones. Compramos unos
bollos suizos, uno lo pedimos relleno de chocolate y otro de manzana, también
compramos lo que ellos llaman “garrotes” que en la mayoría de los sitios los
conocemos como napolitanas, las cogimos de las pequeñas, de manzana, de
chocolate blanco y chocolate negro.
A cual mejor, incluso las de chocolate
blanco resultaron excepcionales. También caímos en la tentación de las
palmeritas de chocolate y las compartimos con amigos a la llegada y por
supuesto fueron otro triunfo, el chocolate es como el de los Donuts fondant y
está riquísimo. Y el mayor pecado que conozco para los amantes del chocolate
también lo tienen allí, naranja confitada cubierta de chocolate negro,
espectacular! Además hay que decir que no sólo tienen un producto magnífico en
calidad y precio, sino que el personal es atento y amable por demás.
Fue un placer
visitar Pamplona y conocer Pastas Beatriz, nosotros volveremos sin duda, cuando?
Espero que pronto!!
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