UNA NIÑA, UNA OVEJITA,
UNA SARDINA, UNA TRUCHA, UN PIMIENTO Y UNA CEREZA
Érase una vez una niña
que nació en el seno de una familia llena de amor. Sus padres vivían en una
casita en lo alto de un valle rodeado de verdes praderas. La tierra que les
rodeaba era fértil porque un caudaloso río las rodeaba.
En sus campos pastaban
ovejas, cabras y vacas. Un poco más allá, la tierra se acababa dando paso al
mar; un mar bonito, en donde vivían multitud de peces.
En la parte de atrás
de esa bonita casa, los padres de esta niña que acababa de nacer, tenían una
huerta donde plantaban tomates, lechugas, calabacines, pimientos e incluso
tenían árboles frutales que les daban manzanas, peras y cerezas.
En el otro lado,
estaban las gallinas que ponían los mejores huevos de toda la comarca. Las
vacas que pastaban en el campo, les proveían de la mejor leche que jamás se
podría probar.
Todos los domingos, la
familia al completo acudía a la iglesia para dar gracias al Señor por todos los
dones que les daba.
El padre de esta niña trabajaba
en la cuidad. Su trabajo no le gustaba nada. Pasaba 6 días a la semana durante
14 horas al día encerrado en una oficina a las órdenes de un jefe miserable.
Pero lo tenía que hacer para hacer frente a los gastos que originaban la
educación de sus otros 6 hijos (colegio, ropa, etc.) La madre de esta niña, se
dedicaba a cuidar a sus hijos, cocinaba para ellos, les lavaba la ropa,
ordeñaba a las vacas, recogía los huevos de las gallinas, recolectaba las
verduras y frutas, pescaba truchas en el río y sardinas en el mar. Esperaba a
su marido con la chimenea encendida y repartía besos, abrazos y ternura a toda
su familia.
Un buen día, el patrón
de la empresa donde trabajaba el padre de esta niña, decidió cerrar la empresa
y dejó a este padre sin trabajo y sin ingresos.
Imaginaros que
situación más terrible. “no vamos a poder seguir pagando la educación de
nuestros hijos, lo que es nuestra obligación. Las deudas empezaron a crecer y
llegó un día que los niños no pudieron estudiar más..
Esa niña que había
nacido tenía ya 7 años. Nunca tuvo la oportunidad de ir a un colegio, no
conocía la cuidad, y por supuesto todavía no sabía ni escribir ni leer.
Una noche, mientras
todos dormían, ella se despertó al oír una discusión de sus padres en la que
peleaban porque no tenían ninguna solución para seguir criando a sus amados
hijos.
Bajó las escaleras
desde su habitación y sin decir nada se sentó en la mesa de la cocina donde sus
padres discutían airadamente. Era una niña rubia, de ojos azules y muy guapa.
Sonrío y dijo poniendo las manos en la mesa. Papi, Mami, os noto tristes, yo no
sé leer ni escribir como lo hacen mis hermanitos, pero se hablar con nuestra
otra familia. ¿cómo? Contestaron sus padres.
Papis, nuestra otra familia nos va
a ayudar. Las ovejitas me han dicho que nos regalan su lana para hacer mantas para
el invierno y su leche para hacer quesos que podremos vender en el pueblo. Las
vacas nos regalan su leche para venderla en el pueblo. Mi amiga la trucha me ha
dicho que le pesque y las ahumaremos. Mis amigas las sardinas están esperando a
que las pesquemos para venderlas al pescadero de la cuidad. Con las cerezas,
manzanas y peras vamos a hacer mermeladas para venderlas también. Si cada vez
que encendemos la chimenea asamos los pimientos los venderemos como guarnición
de los restoranes. Con los tomates, cebollas y ajos, haremos el mejor gazpacho
del mundo. Se los vamos a cambiar a nuestro vecino que siembra trigo que
convertiremos en harina para hacer el mejor pan de la comarca.
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Todos a Una ... como en Fuente Ovejuna |
Trabajaremos el
campo entre todos nosotros. No nos faltarán alimentos y con el dinero que
ganemos hablaremos con alguien que venga a vivir con nosotros y nos de clases
de lectura, de escritura y sobre todo, de amor a Dios.
Cada uno de nosotros
tendrá unas tareas que cumplir. Trabajaremos en equipo. Habrá días que alguno
de nosotros se sentirá vago, pero ese día los demás le ayudaremos y le
animaremos a seguir adelante.
Aprenderemos muchas
cosas que poca gente ha tenido la oportunidad de aprender:
-
Trabajo en equipo
-
Amor profundo en familia
-
Respeto a los recursos que Dios nos ha puesto en este
mundo
-
Una alimentación saludable que nos hará fuertes tanto
física como mentalmente
-
Una inmensa gratitud a Dios nuestro Señor por habernos
dado una familia unida y unos recursos naturales de primera calidad
-
Aprenderemos a no ser caprichosos
-
Aprenderemos a amar, a esforzarnos y a dormir
plácidamente por tener la certeza de haber hecho el bien
Imaginaros la cara de
asombro que pusieron los padres de esta pequeña. Pero, le hicieron caso y ahí
empezó una nueva vida.
Esta niña, aprendió a
leer y a escribir. El día de su primera comunión, sus padres le preguntaron que
regalo le gustaría tener. Ella contestó: Quiero tener acceso a internet. Muy
bien, contestaron, pero para qué?. Quiero aprender a combinar todos los
productos naturales que el Sr. nos ofrece y ponerlos en un plato: ósea, quiero
aprender a cocinar. Durante los primeros 6 meses, se dedicó a conocer las
propiedades de los alimentos. Esa es la teoría. Pero claro, también tenía que
practicar. Al principio fue un desastre: por ejemplo; hacía tortillas de
patatas sin huevos; mezclaba la leche de las vacas con un lomo de sardina,
asaba las manzanas y se hacía bocadillos. Buaj!!!!!
Un buen día, un hombre
vestido de blanco apareció en la casa de esta niña. Dijo: buenas tardes, busco
trabajo, de lo que sea. Los padres de esta niña, le preguntaron: ¿qué sabe
hacer usted? De todo, más o menos, pero lo que si se hacer es cocinar.
Llegaron a un acuerdo. Vivirá en nuestra
casa a cambio de que usted se ocupe de los desayunos, comidas, meriendas y
cenas de nuestra familia.
Este señor, que además
era muy, pero que muy amable combinaba bien los alimentos. De desayuno,
preparaba leche caliente con pan casero, la mermelada de cerezas y mantequilla que el mismo fabricaba con la
leche de las ovejas.
Con las truchas del
río hacía multitud de platos ricos en vitaminas. Las sardinas las ahumaba y las
ponía con lechugas y tomates en ensalada que aliñaba con los limones del
limonero.
Que ricos huevos
fritos con patatas fritas hacía en ocasiones especiales que al no tener aceite
de oliva, freía con la manteca del cerdo que cada año sacrificaban. Ese cerdo
sacrificado daba dos jamones, dos paletillas, infinidad de chorizos y
morcillas. Con los cartílagos preparaba caldos que mezclaba con unos fideos que
preparaba con la harina de los granos de trigo.
Pero siempre, cuando
ponía sus platos en la mesa, explicaba las propiedades de todos los
ingredientes que usaba. Y explicaba la importancia de comer de todo para
prevenir enfermedades de todo tipo.
Pues bien, ¿sabéis
como acaba esta historia?
Los padres de esta
familia tienen ya unos cien años. Todos sus hijos se casaron y tuvieron mas
hijos y todos ellos viven juntos en esa casita en mitad del campo.
Y esa
pequeña niña que no sabía ni leer ni escribir es hoy en día la mejor cocinera
del mundo mundial. Ningún miembro de esta numerosa familia visitó jamás a un
médico porque una alimentación completa es lo mejor para la salud, para el buen
humor, para el trabajo y para sentarnos juntos en una mesa y disfrutar.
Y colorín, colorado,
este cuento,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,acaba de empezar.